CRÓNICA

Del libro rojo y la revolución cultural China
Jaime Parra Santos
Coronel de Aviación
Hace ya cincuenta años recibí como un presente o quizás como un mensaje, durante una prolongada visita a la República Popular China de la época, obviamente comunista, un ejemplar del pequeño “libro rojo” conteniendo una serie de citas del entonces presidente Mao Tse Tung He leído el libro en cuestión varias veces, al principio por mera curiosidad luego por una inquietud intelectual y de cultura tal vez, pero ahora lo hago para comprender de mejor forma al comunismo o entender su esencia; a lo largo de los años me he dado cuenta que la doctrina subliminal que contiene este pequeño libro rojo, a mi entender equivocada.
Por cierto, aún hoy tiene plena vigencia en el mundo comunista, particularmente en aquellos marxistas-leninistas y lo más grave en la juventud actual mediática, que actúa desgraciadamente con frecuencia por estímulos o incentivos físicos y llamados emocionales, pero que no piensa ni menos analiza nada, y que es intelectualmente liviana e irresponsable. Juventud por lo tanto sicológicamente influenciable y que camina junto a la manada de aprovechadores bobalicones y tontos útiles, esbirros incondicionales de los dictados del comunismo internacional, pero aprovechadores de las ventajas mezquinas que les otorga el hecho de aparecer ante la opinión pública como conductores de personas que no son más que borregos siguiendo a su jefe de manada.
Léase hoy, el caso de quienes componen la cúpula del partido comunista chileno, normalmente seudo políticos de mala estofa que al igual que en otros “paraísos” comunistas viven como príncipes a costa de usar a la masa en movimientos, votaciones y demostraciones públicas que sólo tienen por objeto afianzar sus propias y privilegiadas posiciones sociales. Que hoy presida el Partido Comunista un asesino confeso, nos debe llevar necesariamente a pensar en su legitimidad.
Estoy convencido que quienes postulan y privilegian los principios valóricos y democráticos de nuestra cultura occidental y cristiana deben conocer lo que es el comunismo, para que a su vez sean capaces de detectar la presencia de esta doctrina, que es intrínsicamente perversa y así en forma consciente y activa desarrollar capacidades que puedan contrarrestarla; todo ello para proteger este mundo libre, que tanto nos ha costado desarrollar y preservar y que hoy se ve amenazado en su continuidad.
Me pregunto si alguien tomó nota que varios de los “asaltantes” del Capitolio en la capital de USA., lucía sin tapujos y debidamente tatuadas en sus cuerpos, la hoz y el martillo. Me pregunto si aquellos denominados por la prensa como “asaltantes a la democracia” eran efectivamente seguidores del presidente Trump o fue un montaje más del periodismo dominado por la izquierda, tal como lo fue el fraude ocurrido en las recientes elecciones presidenciales en la potencia del Norte. Ello asociado a la curiosa “desaparición” de las pantallas de la TV y de la prensa de Kamala Harris cuyo origen político y militancia actual es ampliamente conocida.
Vale la pena recordar que la “ley de defensa de la democracia” promulgada en Chile durante el gobierno del presidente Gabriel González Videla, a mediados del siglo pasado y que fue peyorativamente llamada por parte de los comunistas locales de la época como la “ley maldita”. La razón de ello fue que esta ley contuvo por años el avance del cáncer comunista, que es propio de personajes flojos, corruptos, antipatriotas hoy autodenominados globalistas, aprovechadores y siempre sometidos a los dictados de estos apátridas internacionales que no reconocen valores ni ideales y carecen de sentido de pertenencia, respecto de su propia sociedad. Sencillamente y con razón son llamados “descastados”. Esta ley permitió a Chile lograr un desarrollo aceptable en un ambiente de relativa tranquilidad y de seguridad social por varios años. Efectuado este recuerdo volvamos a nuestro tema.
Dice Mao, que para hacer la revolución se necesita un partido revolucionario ya que sin un partido construido conforme a la teoría revolucionaria marxista es imposible conducir a la que él llama “la clase obrera”. Para el comunismo es necesario que las amplias masas en muchas ocasiones desordenadas e ignorantes, sean convencidas que con cierta facilidad y en corto tiempo podrán lograr la “victoria” sobre el llamado imperialismo sin especificar ni definir siquiera lo que se debe entender por victoria ni por imperialismo.
Asevera Mao en el libro rojo, que sin los esfuerzos del partido comunista y sin los comunistas como sostén del pueblo es imposible alcanzar la independencia y la liberación del país, su industrialización y la modernización de la agricultura. Hasta aquí las palabras de Mao que como él lo señalara en alguna oportunidad durante la “gran marcha de 1949” pretendía lograr tres grandes objetivos. Los primeros, terminar con la ocupación del territorio chino y eliminar los vestigios del colonialismo europeo, liberando al pueblo chino del opio vicio muy extendido entre la población, al cual la habían llevado las potencias colonialistas para tener verdaderos esclavos, es decir contar con una mano de obra barata y sumisa, siendo así como erradicó la producción para luego eliminar físicamente las plantaciones y a los traficantes. El tercer objetivo lo representaba el hecho de lograr que nadie del pueblo chino muriera de hambre y por eso emprendió una campaña de producir alimentos o sea incentivar la agricultura, incluido y solo para efectos de propaganda, cultivar con vegetales que sirvieran de alimento a la gente, las plazas públicas dentro de las grandes ciudades.
Debo recordar que Mao consideraba importante que todo movimiento revolucionario debe ser conducido por un partido político, con conocimiento de la historia y una comprensión profunda del movimiento práctico. De lo anterior se debe entender la necesidad de un amplio movimiento de educación marxista y que los conductores deben aceptar la crítica y la propia autocrítica.
Amigos, comparemos este postulado con lo ocurrido en Chile por un largo periodo de más de cuarenta años: los partidos políticos vigentes a la época y aquellos que nacieron con el Gobierno Militar, más por conveniencia propia que por convicción acerca de los valiosos principios ideados con fe en el futuro de Chile y por quienes generaron la filosofía política que inspiró la gestión del Gobierno Militar.
Toda esta mal denominada clase política, fue incapaz de entender la historia política de este País, pienso que ni siquiera tuvieron la inquietud de conocerla. Menos fueron capaces de comprender en forma profunda los movimientos, necesidades y acciones prácticas que resultaba necesario, crear algunas y fortalecer otras, para sostener en el tiempo una corriente política sustentable y acorde con lo que la gente de este País siente por Chile, sus tradiciones, su cultura, su ingenio innato y su orgullo. Por el contrario, estas personas se sumergieron en la vorágine del éxito del Gobierno Militar, se empoderaron en sus cargos públicos y de ellos jamás se generó una crítica ni menos hubo autocrítica a su gestión.
Hoy vemos que el falso orgullo ha conducido al fracaso de politicos que ya no son de derecha, que hoy aparecen como temerosos, inseguros o al menos desorientados y desorganizados porque no tienen el temple ni el conocimiento, ni las características de un estadista. Nadie previó, así lo creo, ni le interesó educar a la gente y generar en sus mentes el convencimiento de las bondades del sistema democrático instaurado y que hay que defender por el bien de Chile y de su gente. Las cosas se pueden rectificar, pero para que ello ocurra es necesario que alguien entienda donde está el error o la debilidad y definir como se debe proceder para realmente mejorar la democracia, que hasta ahora al menos la historia nos indica que ha sido un buen sistema de gobierno.
Mao dijo en su oportunidad que es una tarea ardua transformar un país atrasado económica y culturalmente. Hoy Chile que estuvo al borde del desarrollo se encuentra desarmado sin seguridad, demolido espiritualmente, y de seguro será difícil llevarlo nuevamente a ser un país próspero, poderoso y con un nivel cultural elevado, con la acción de la mala, sino pésima, clase política actual.
Los pseudo gobiernos democráticos que hemos tenido a partir de 1990 han despilfarrado la riqueza de esta País, cultural, moral y económica; la desquiciada reforma educacional, la fractura social que se aprecia, hoy, irreparable, y el despilfarro sin límites de recursos de todos los chilenos, debido a la ambición, la corrupción y justificaciones de gastos impropios hacen prever un futuro difícil.
Deberá ser una organización o un líder quien termine con este caos actual, agravado por la pandemia, y deberá ser alguien con conocimiento del Chile profundo, con cualidades de gobernante ingenioso, inteligente, probo e imaginativo y con una capacidad de control superlativa además de un criterio de organización que supere las tonteras que ha llevado a crear un aparataje público de administración gigante, ineficiente y desgraciadamente muy lleno de “apitutados” que más que cumplir una función pública de beneficio colectivo, actúan como verdaderos operadores políticos, respondiendo sólo a sus amos que los premiaron con un determinado cargo público, que lo sabe innecesario pero que lo acepta a modo de pago de favores políticos recibidos o que deberá otorgar a futuro a quien se le ordene, lo merezca o no.
Finalmente, no puedo dejar de mencionar que Mao estableció “las clases luchan, unas clases salen victoriosas y otras quedan eliminadas” La todavía inmensa mayoría de chilenos no debe seguir en esta especie de letargo atencional. Debemos estar despiertos pues la historia nos enseña que la civilización en los últimos milenios está plagada de guerras externas o luchas internas, las que deben ser interpretadas correctamente y a tiempo para evitar males mayores. Interpretar apropiadamente la historia es materialismo histórico sostener un punto de vista distinto es idealismo histórico.
Nuestra visión debe ser pragmática, realista y con visión de futuro. El idealismo lleva a la gente a actuar impensadamente sin medir consecuencias y lo que es peor sin un sentido de responsabilidad de los actos propios.
No olvidar los delitos, abusos y tropelías cometidas por “jóvenes idealistas” calificativo otorgado como justificación, según palabras del propio Salvador Allende que todavía debe estar esperando que se abran las grandes alamedas que conducen al paraíso socialista y marxista.
Ojalá la rectitud de algunos buenos chilenos permita estabilizar al País y colocarlo nuevamente en el camino del desarrollo en un ambiente de tranquilidad social y con un claro concepto que si bien el Estado otorga derechos, éstos van aparejados con los deberes y que para exigir derechos, el ciudadano primero debe cumplir con sus obligaciones.
Fuente: Página web COSUR Chile.
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