HISTORIA MARINERA

ENCUENTRO EN EL TIEMPO

Hugo Alsina Calderón

Capitán de Navío

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Fecha, 4 de febrero de 1959. Lugar, Estrecho de Bransfield en el continente Antártico.

El Patrullero de la Armada Argentina Chiriguano navega en las cercanías de la isla Rey Jorge efectuando labores de Hidrografía. Su Comandante, Capitán de Corbeta Jorge Mayer se encuentra en el puente controlando la navegación. El Oficial de Guardia, Teniente de Fragata Atilio Polverini, acaba de recibir un mensaje urgente: Patrullero chileno acaba de sufrir una explosión a bordo y se encuentra a 110 millas de distancia, incendiándose. El Comandante Mayer ordena el máximo andar y pone proa al lugar del siniestro.

El Patrullero Chileno Lientur, que acaba de zarpar de la Base Militar Bernardo O¨Higgins y navegando en las cercanías del islote Montravel, poco después de las 20.00 horas, sufre la explosión de su motor diesel de estribor y se declara un violento incendio que hace peligrar a su tripulación y al buque mismo. Por el sitio donde ocurrió la explosión en la sala de motores, no fue posible contar con presión de agua para combatir el incendio y los bancos de CO2 resultaron insuficientes. La situación queda fuera de control y es indispensable pedir auxilio.

Alrededor de las 6 de la mañana del 5 de febrero, el Chiriguano llega al costado del Lientur, que continúa ardiendo, ahora con menor intensidad. Con los elementos del Chiriguano el fuego es rápidamente apagado, pero la magnitud del incendio deja al Lientur sin propulsión, sin energía eléctrica y sin los servicios más elementales. El Comandante Mayer ofrece remolque hasta isla Decepción, lo que es aceptado y embarca en el Lientur, como Oficial de Enlace al Teniente Polverini. Siendo buques similares, el remolque es sencillo y se realiza sin dificultades. En la isla Decepción ambas naves atracan al costado del Petrolero Chileno Maipo que está fondeado y acoderado a tierra. El Chiriguano, permaneció algunos días al costado del Lientur, donde los Comandantes de ambos buques traban una sincera amistad, y después zarpó para seguir su plan de trabajo.

El Lientur fue remolcado desde la Antártica al Continente Americano, un mes después, por el Patrullero Leucotón y tras una extraordinaria reparación de emergencia, logró llegar con sus propias máquinas a Punta Arenas.

Pasó el tiempo y los Oficiales del Chiriguano recibieron una Condecoración chilena al Mérito Naval por el valioso auxilio prestado a un buque de la Armada de Chile, en graves dificultades. Tiempo después el ya Capitán de Corbeta Atilio Polverini dejó el servicio naval y se dedicó a su afición de siempre, el cine. Pero le quedó una inquietud en su mente. ¿Quién era el Comandante del Lientur cuando se produjo el accidente?. Buscó muchos medios para averiguarlo, sin embargo todos fallaron; su deseo de conocerlo persistía. Así pasaron nada menos que 46 largos años.

Una tarde del mes de octubre del año 2005, estaba el Capitán Polverini en su casa, cuando recibió un llamado telefónico desde Chile. Lo llamaba el señor Hugo Andrades, a quien no conocía, también cineasta como él, que deseaba algunas informaciones de actores chilenos que trabajaron en el cine argentino. A lo largo de la conversación, Polverini le entregó interesantes datos al Sr. Andrades, que éste le agradeció y… se presentó la ocasión de hacerle una petición: Favor, averigua quién era el Comandante del Patrullero Lientur el año 1959. El Sr. Andrades se comprometió a devolverle la mano y averiguar lo que le pedía. Concurrió a la Iª Zona Naval y al Museo Naval, pero no había información al respecto. Pasó algún tiempo, hasta que en una reunión de escritores, se encontró casualmente con el Capitán de Navío Carlos Martín Fritz y le hizo la pregunta. Dio la casualidad que el Comandante

Martín había presentado el libro Páginas del Mar, cuyo autor es precisamente el Comandante Hugo Alsina, quien relata en sus páginas el incendio del Lientur en la Antártica. Así apareció la punta de la hebra para producir el encuentro.

Don Hugo Andrades, con la información proporcionada por el Comandante Martín, me llamó por teléfono y solicitó autorización para dar mi dirección telefónica al Capitán Polverini, lo que aprobé de inmediato. Pasaron solamente 4 horas para que sonara nuevamente el teléfono, con la llamada del Capitán Polverini desde Buenos Aires, y así se estableció una curiosa conversación entre dos marinos en retiro que el destino volvió a reencontrar después de 46 años. La suerte quiso que yo hubiera

programado un viaje a Argentina, con mi señora, para los próximos días, casualidad muy afortunada, en este caso, para un encuentro personal.

Nuestra reunión se produjo en Buenos Aires, el martes 8 de noviembre del 2005, con las respectivas esposas. Partió con un paseo en automóvil por los alrededores de la capital. Al día siguiente, un agradable almuerzo en el Círculo Naval con señoras y la asistencia del Vice-Presidente Capitán de Navío Aldo H. Fernández, en representación del Presidente del Círculo, intercambio de obsequios y así quedó consolidada una profunda amistad entre dos personas que convivieron sólo unos pocos días durante el accidente, pero que el tiempo los acercó como si se conocieran toda la vida. Y ese mismo efecto lo sintieron ambas señoras, que sin haberse conocido antes, se sintieron atraídas como amigas de siempre.

Encuentros como éste son poco frecuentes y si a ello agregamos que fue entre miembros de Marinas que han experimentado más de algún problema, es un hecho positivo de profundo valor humano, que bien vale la pena narrar para conocer mejor a los hombres de mar y resaltar el valor de una amistad sincera.

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Fuente: Revista de Marina N° 1/2007. Publicado el 1 de febrero de 2007.

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